miércoles, 12 de septiembre de 2012

Acoso escolar, un fenómeno que crece.


“Bulear” que quiere decir insultar, intimidar, golpear y humillar sistemáticamente a una persona. El “bullying” o acoso escolar es una forma de acoso psicológico perpetrada por un niño que es o se siente superior a los demás de una escuela.
Los investigadores afirman que el acoso escolar tiene 3 elementos esenciales:
El comportamiento del acosador es agresivo y negativo, se reitera y ocurre en una relación desigual de poder entre las partes implicadas.
El acoso escolar se divide en dos categorías:

Acoso directo: es la forma más común entre los niños.

Acoso indirecto o agresión social: suele ser más común entre las niñas y en general a partir de la preadolescencia. Se caracteriza por llevar al individuo a un aislamiento social.

Este aislamiento se consigue mediante técnicas variadas que incluyen: difundir rumores, rechazar el contacto social con la víctima, amenazar a otros niños que se lleven bien con la víctima, criticar rasgos sociales, la manera de vestir de la víctima o su religión, raza y discapacidad.
Estas agresiones son en su mayoría de carácter psicológico, en forma de insultos, amenazas verbales, desprecios, ridiculizaciones, exclusión y pueden ir acompañadas de violencia física: patadas, golpes.
Entre los grupos con mayor índice de acoso los más buleados son los chicos con sobrepeso (tienen cinco veces más riesgo que alguien con peso normal), con anteojos, el judío en un colegio católico, los chicos con anormalidades físicas, los bajitos (tienen el doble de riesgo de alguien con estatura promedio) y en términos generales cualquier chico que no tiene capacidad de reacción para decir basta o para renunciar.
“El bullying puede llevar a la muerte por tres razones: suicidio, homicidio o lesiones graves por palizas o accidentes que exigen hospitalización –explica el doctor argentino Jorge Srabstein, director de la Clínica de Problemas de Salud Relacionados con el Bullying, del Hospital Nacional de Chicos de Washington-.
Srabstein que participó del congreso en Buenos Aires y sorprendió a su audiencia al revelar unas cifras llamativas: en la Argentina habría 240.000 adolescentes que sufren bullying y que, por ende están bajo riesgo de ausentismo escolar, lesiones graves, fuga del hogar, intento de suicidio y abuso de alcohol, drogas y cigarrillo.
De esos, 22.885 sufrirían lesiones severas, 41.193 faltarían al colegio para evitar el acoso y 16.140 intentarían suicidarse por el acoso permanente.

LAS CIFRAS DE UN FENOMENO 

1 de cada 3 adolescentes de entre 12 y 16 años se ve involucrado –como agresor o como víctima- en situaciones de abuso.
En Estados Unidos, el 40% de los niños y adolescentes estuvo vinculado a casos de bullying (como agresores o agredidos, o ambas cosas).
En España, lo padece un 25% y es más frecuente entre los niños de primaria. Y un 16% de los encuestados reconoce haber acosado a compañeros.
Afecta a niños de ambos sexos, aunque es algo más frecuente entre niños varones (27 % frente a 21%).
En el Reino Unido se calcula que anualmente un mínimo de 16 niños asediados por compañeros eligen suicidarse.
La manera de actuar y el estilo educativo de padres y educadores son primordiales tanto en la prevención como en la detección precoz y freno de dicho fenómeno.
En el momento en que se produzca cualquier situación de maltrato hay que actuar con rapidez y contundencia, siguiendo un plan prefijado que involucre a toda la comunidad educativa, incluidas las familias y otros agentes externos como trabajadores sociales, psicólogos.
Es necesario diseñar actividades dirigidas a la víctima, a los agresores, a los espectadores, con el grupo, con las familias y con la comunidad educativa.

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